30 ene 2009

Barbajanería amorosa. Isabela Ceja

Te miré en aquel bar una y otra vez. Cada noche tú llegabas, pedías la mesa más apartada y esperabas. Ella entraba con aquel abrigo que parecía tan caro, se sentaba, te leía los ojos, te recitaba risas, a veces si tenías suerte te regalaba un breve vistazo a sus curvas y cuando tenia prisa tu frente se regocijaba con sus labios, te dejaba "La nota" y huía.

Yo miré, miré y volví a mirar.
Hasta aquel día en donde la tragedia vistió a nuestro bar.
Esa noche en la que derramaste tu copa en ella, en la que ella te grito y alardeo lo harta que estaba de ti, te escupió la cara y entonces, entonces comenzaron a tener sentido cada una de las notas que yo recogí y coleccione desde tu primera visita al bar.

Te tomaría con suavidad para herirte sin que lo sintieras.
Dejaría que mis vocablos tomaran formas descaradas, se derramaran como besos lacerantes y se vertieran en tu boca dejandote ese sabor amargo.
Abusaría de tus manos hasta que mis curvas te dejaran yagas en la piel.
Ofendería al orgasmo con el que me haces vociferar que te amo.
Abusaría de ti una y otra vez sin sentir remordimiento.


"Deja que mis tacones caminen sobre ti, sostén mi pezonera entre tus dientes, escandalizate con mi deseo, atropellame con tu inseguridad"

Fueron algunas de las palabras sueltas que aún no logro encajar, son trozos de vidas ajenas que me gusta coleccionar, retocar en mi escritorio, en la butaca, en mi soledad, tras esta barra, tras estas gafas.

Alucinante realidad que nos hace vivir en un sueño que hemos creado, y que en ciertos momentos atisbamos algo mas grande que nosotros.

21 ene 2009

Aquí nos tocó leer. Ernesto Rezéndis

Carlos Fuentes publica La región más transparente en 1958, una década antes del emblemático movimiento de 68, ya desde entonces su obra se coloca como un clásico de la literatura latinoamericana y una de las mejores de la narrativa mexicana, ella es digna heredera de una tradición de prestigio: la novela urbana y la ciudad de México como tópico. La capital ha sido por derecho propio un espacio y un personaje privilegiados por la literatura. Desde Bernal Díaz del Castillo hasta los últimos cronistas contemporáneos, la gran urbe ha ejercido su poder de seducción y encanto, todos sus rincones invitan a ser narrados. Naturalmente, el DF ha conseguido en el espacio literario su título de “ciudad letrada” como propone con lucidez Ángel Rama. Esta definición es afortunada para hablar de un fenómeno que en los últimos años se ha hecho patente en la novelística, aunque cabe decir que siempre ha estado presente. Narrar las ciudades no es algo nuevo, pero sí la forma cómo se cuentan.
El escritor decide apropiarse de las características más sugerentes de las metrópolis para construir una forma inherente a la obra literaria. Quien desea adentrarse por los secretos de los callejones debe leer la ciudad como un libro abierto, así el espacio urbano se presenta con múltiples posibilidades para la experimentación de una arquitectura textual. Este hecho puede responder al contexto histórico-social en el que nos encontramos. El proceso de urbanización, la exacerbación del poder de las capitales y la migración y abandono del campo y los pueblos evidencian que el tópico de “alabanza de corte y menosprecio de aldea” está más vigente que nunca. ¿Acaso asistimos a una desaparición del espacio rural como una coordenada narrativa? ¿La provincia está condenada a ser un pueblo fantasma olvidado por las letras? Es difícil vislumbrar esto; sin embargo, es evidente que, mientras no se impulsen políticas estatales dedicadas a las periferias, las manchas urbanas seguirán expandiéndose de manera desordenada, quizá este mismo caos resulta lo más atractivo para la exploración literaria.
La región más transparente es una muestra viva y arriesgada de esa búsqueda narrativa totalizadora de la cultura mexicana. En cada línea se acusa una intención de llevar la expresión al borde del abismo con la inclusión de otros discursos como: el mito, la música, la plástica, la historiografía, el ensayo y el cine, y con la recreación de la oralidad, el chisme y la intriga, afán de enfrentar al lector con cada vuelta de página, a la vuelta de cada esquina. Todos los chilangos –de todos los colores, olores y sabores- de todas las clases sociales desfilan por este escenario que en sí mismo es un personaje. En esta masa de exiliados y viajeros sobresalen tres individuos como tres centros: Rodrigo Pola, Federico Robles e Ixca Cienfuegos, todos atravesados por Norma Larragoiti, que es amada, esposa y pareja sexual, respectivamente. Los personajes en la ciudad de los palacios son fragmentos que cuestionan la identidad del mexicano, máscaras que son cáscaras, espejos sin fondo donde nos reflejamos y descubrimos.
Entre 1946 y 1952, con el alemanismo en el gobierno, una palabra formó y habría podido transformar al país: la ambición, pero con ella también estaba presente su antónimo: el sacrificio. La ambición por alcanzar una sociedad más justa se pervirtió en la ambición de unos cuantos por el dinero, con el impuesto sacrificio de la mayoría explotada. Después de la revolución y con cierta estabilidad social, la nación se lanzó a otro simulacro, como tantos, de la modernidad. En el fondo, esto fue mera corrupción y complicidad institucionalizadas: “Mexiquito siempre será Mexiquito”. Los caudillos que quedaban y los cachorros de la revolución se asumieron mesías de la historia, se constituyeron en la nueva “casta divina” que, al amparo del poder, amasaron sus fortunas; mientras que las clases medias, envilecidas por la superficialidad, aspiraban a ser cosmopolitas. En el aire se respiraba la intención de asediar al destino, formarse uno, recuperarlo o morir en el intento.
Tres hombres escribieron su biografía con la ciudad. Rodrigo Pola es el personaje del difícil parto, del orgullo herido, el marginado que sacrifica la literatura y el amor por el éxito de un Jaguar. Pola construye su venganza a través de su cinematográfico “Acapulco en la azotea”, pero por ello se traiciona a sí mismo, “él anclado en el centro”, siempre “entre dos mundos que lo rechazaban”. Por su parte, Federico Robles es el nuevo rico, el arribista, el indio que llegó a banquero, la mona que se vistió de seda, centro con el poder que termina desbancado, pero gana cuando fracasa, porque recupera su origen que estaba en la periferia. Ixca Cienfuegos es quizá el personaje más complejo, un centro en movimiento, el lector de la urbe y de sus sobrevivientes, omnipresente como la Guadalupana, es el guardián de las palabras y el chantajista, en sí mismo, él es la ciudad derramada en su voz.
Una lectura en la celebración de los cincuenta años de la publicación de La región más transparente –descuida, lector, no te abrumaré con una relación sucinta más del eternizado homenaje a Fuentes. Con tantos medios, periódicos y fuentes hablando de Fuentes, ya todos están hartos de la figura de don Carlos, que a diferencia de García Márquez, a él, los ratones no le comieron la lengua– descubre que esta novela ha envejecido un poco, aunque no tanto como su autor.
Las páginas que no han resistido el paso del tiempo son las que tienen como escenario al campo, la provincia y la revolución. Allí, donde Rulfo escribe literatura, Fuentes apenas ensaya. Esto se debe a que él es un individuo urbano, cuya escritura no parte de la experiencia vital del México profundo, sino del conocimiento libresco, que, vista en retrospectiva, resulta anacrónica. Sin embargo, la forma urbana de la novela continúa vigente, a pesar de que su creador dejó de ser aquel joven treintañero que escribió una obra moderna para convertirse en un intelectual muy bien relacionado con el poder político, ése que tanto criticó. Fuentes, al igual que Octavio Paz o Carlos Monsiváis, pertenece al establishment cultural de este país, que monopoliza todo en el centro. Su obra se alejó hace tiempo de sus lectores para institucionalizarse en la petrificación temprana. Piedras que sirven para un mausoleo, pero no para fundar una ciudad.
Carlos Fuentes escribió un laberinto literario de jacales, empresas, torterías, monumentos, anuncios de cerveza, torres de cristal, prostíbulos y baches. Su novela evidencia que la historia del país, la historia de la marginación, es un bache, un hoyanco del que resulta imposible escapar. De aquella ciudad de México, la de los corazones que encienden el último cigarrillo, ya no queda casi nada, aunque las palabras permanecen. La revolución murió, declara Fuentes. Una década después el movimiento de 68 iniciaría un proceso para matar (no del todo) al dinosaurio autoritario. Esa urbe también se nos murió, se nos deshizo en los pies y en el aire quedó su polvo. En aquella hermosa ciudad vivieron y sobrevivieron todos, incluso los esnobs, ahora aquí respiramos esmog. Soy hijo adoptivo de esta ciudad monstruosa que me enamora todos los días y me hace llorar. “Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer. En la región más transparente del aire”.

18 ene 2009

Melódica y pretensiosa canción que solo pretende amor. Jaime Garba.

“Así debió ser”. Lo pongo entre comillas porque en mi mente al pensar esas palabras me refiere la idea que Charles Dickens plasmó en “Great Spectations”, (si mi inglés no me falla) una de sus inmortales obras escrita en 1860, pero me pregunto si Dickens se planteó la polémica de esas palabras, pues siglos después, no recuerdo bien si fue Javier Tomeo o Fernando Vallejo (nada que ver, pero los leí tan seguido que confundo fragmentos importantes) planteó en una de sus obras dos posturas acerca de esas tres palabras, con una pequeña variante “de”, pues decía que no era lo mismo “Debe ser” a “Debe de ser”, una, la primera aplica al sentido de ordenar, y el segundo al sentido de justicia, no en el aspecto literal sino en el sentido de una característica opcional, dicho de mejor manera para poder diferenciar podría ser: se “tiene que”, y “se puede de”. En fin, en todo caso nada de eso importa, pero no lo pongamos en saco roto, incluso aunque hablemos de amor, porque todo sirve para algo, aunque sea para nada, sí, esas clases de sociología sirven para plantearse cosas muy absurdas, a pesar de lo que digan los sociólogos, yo sigo viendo la misma sociedad barata y sobrevalorada, así es, porque para mi esto ya no tiene solución. Esta bien, continuemos con el amor, que seguro cuando escucharon esa palabra creían que iba a ser este escrito algo más interesante, pues ¿qué hay algo más interesante que hablar de la jodida vida?, claro, todo, y ¿algo más interesante que hablar del amor? Nada, a eso se le llama desventaja, pero esta bien, les diré porque tanta analogía y explicaciones absurdas, que al fin y al cabo en eso la vida si se parece al amor, claro, no en lo jodido ni en lo absurdo, que si dijera eso no me perdonaría nadie, sino en lo complicado de entender y en lo maravilloso de sentir, sí, la vida también se siente, solo que no estamos acostumbrados, y es ahí donde entra el amor, pues cuando uno esta enamorado por razón de inercia uno comienza a vivir, ya que parece más complicado hacerlo de otra manera. Esto no es así, vivir es sencillo solo que lo sencillo no nos parece propio, pues por más jodidos que estemos somos seres complejos, y la sencillez nos parece innecesaria, (esto es sarcasmo), pero la clave de todo es que el vivir es una decisión propia, e insisto, no en el sentido literal, recuerden que empecé hablando de Dickens, que literalidad puede tener un hombre de tal genialidad, a lo que voy es que el amor no tiene ese switch de encendido y apagado, lo sé, sé que no descubrí el hilo negro del universo, seguramente ustedes ya se habrán enamorado un par de veces, y si es así forman parte del selecto grupo que debate la idea de que existen varios amores en la vida, (nótese que digo en la vida, espero no haya un analista literario que encuentre las incongruencias en mi redacción), si no es así, confirman que existe un gran y único amor, pero ese no es el debate del tema, de hecho no hay debate, no hay tema, lo único que hay es amor, trillado ¿cierto?, descontextualizado, pero amor, y es que no se trata de encontrarle el sentido estético a la palabra, porque por favor, levante la mano quien no ha escuchado el más puro y perfecto sonido de un “te amo”, con lagrimas, con llanto, con una melódica y pretensiosa canción de amor que lo único que pretende es amor, es maravilloso, y no lo pongo entre signos de interrogación porque no queda duda. Ha, en eso si nos parecemos con los románticos de siglos anteriores, no solo con los del romanticismo que a veces de románticos no tienen nada, además, el amor siempre hay existido, hasta en el más puro odio se ha respirado la esencia del amor, pero no les voy a dar clases de historia, mucho menos de amor, porque eso no se enseña. Y si a estas alturas están convencidos de que toda y absolutamente cada línea de este texto ha sido banal por no decir burda, quizá están en la razón, sin embargo amigos o enemigos, o en todo caso desconocidos, eso ya no importa, como no importa nada, como solo importa la vida que es malbaratada a instantes, es por eso que quizá solo quede el amor. Me preguntó y remato este ensayo barato, si esto que siento es amor, y lo de preguntármelo es solo para reforzarlo, porque absolutamente estoy seguro de que lo es, y sin embargo lo seguiré haciendo porque da gusto y llena de vida, así es, vida y por lo tanto comienzo a vivir.

16 ene 2009

Tour del dolor ajeno. Jaime Garba

Para qué crear poesía, insuficiente sería creer que con estas palabras bastarían para sellar todo, pero no cabe otra prueba, no para mí, no porque la cobardía cobró un tinte de enfermedad mortal, de dominio sobre lo que tu llamas cuerpo.
No me diste ni siquiera la oportunidad de un trillado día de lluvia, ni la posibilidad de confundirte con alguien más, fuiste tan certera, asesina serial de mis cientos de vidas. Sí, no debería reprocharte eso, tu me diste esas vidas, es cierto, tu creaste el día, la noche y la casualidad de las palabras, reinventaste el sexo, tan claro, imperfectamente perfecto, tan sensual e inaudito, pero no puedes pretender que un hombre, tan simple como yo intente reincidir a una vida sin lo más importante. Sería como una noche sin fondo negro, sería ilógico, como si el aire dejara su propósito, dime, dime quién viviría, y si alguien lo hiciera, que sentido tendría.
El cielo ahora ni siquiera sería un destino aceptable, y el infierno ese del que tanto hablan parece tan parecido a esto que solo llamo vida por protocolo.
Diría que me marcho, pero ya no estoy aquí, estoy tan distante que no me puedo ver ni a mí mismo, aunque la fluorescencia de mis pensamientos irradien verdades a medias, ni aunque en este momento las pulsaciones de mi cuerpo se estén desvaneciendo deprisa, incongruentes al paso de los segundos, de los flashazos de características misteriosas.
Abro mis brazos a la nada porque es lo único que me queda, porque en la yema de mis dedos existe el único respiro honesto de mi existencia, porque cuando éste, mi último segundo de gloria termine seré un recuerdo en las almas que estarán ya muertas, y tu sentada tranquila esperando la próxima cita, del tour del dolor ajeno.

11 ene 2009

Bilis Pecaminosa. Isabela Ceja

Comencé por vomitar trocitos de adjetivos altisonantes, escupí una y otra vez garabatos amarillos y mientras mi cara palidecía por esa ansiedad estúpida. Mis mejillas recuperaban su color para no perder el feeling de todo el coraje que recorría mis venas. Decidí tomar un break de aquel estado de ánimo que me abrumaba con tanta intensidad y, al mismo tiempo deformaba mi cara con cada segundo que pasaba; mi frente comenzó a coleccionar líneas gruesas y arrugadas, éstas aumentaron mas y mas. Mi quijada tensa sólo agudizaba mi manera de fumar y mi cajetilla suspiro al contemplar su corto tiempo de vida.

-¿Cuál crees que sea el peor de los pecados? -Le pregunté a la taza que posaba ante mis ojos; el café que estaba aguardando dentro de ella comenzó a temblar y comprendí que su respuesta era : Ira. -No es para tanto- le respondí- No lo quiero matar, mi falta de creatividad para el sadismo es muy pobre y mi ganas de venganza, muy vagas.

Una ves más el nivel de la taza o, mejor dicho, de su contenido, subió tan rápido que por poco se desparrama.
-A ti te viene bien la Soberbia – le dije con cierta insolencia a la cafeína que ya circulaba por todo mis cuerpo- eso de andar diciendo que alteras los nervios déjaselo a mi Padre , llevo bebiéndote más de una década y nomás no pasa nada.
Mi panza comenzó a gruñir.
-No te alebrestes , solo trataba de incluirte en el debate, pero si tus nervios no te lo permiten pues no y ya.

La nicotina que había estado atenta desde el principio toció suavemente y con un aire de arrogancia dijo- Yo creo que el mejor pecado es la Avaricia, mira que desear tener fervientes seguidores a costa de sus vidas, ofrecer a cambio efímeros momentos de placer, pretenciosos niveles de status, apostarle a sus cantidades de estrés y sentir ese tremendo éxtasis cuando me toman con deseo aquellas mañanas de invierno o esas madrugadas en el After. -Es, tan… sublime.

¡Ah! Casi puedo asegurar que la Lujuria me envidia, cuando después de una exitosa ronda de placer, soy yo, aquella deliciosa cereza la que termina por adornar el fin de sus noches.

Solté una tremenda carcajada, la miré y con ganas de sarcasmo excreté. -Definitivamente eres tan soberbia como la cafeína, solo que tu te adornas sola.
Me miró y me dijo- Di lo que quieras pero no soy yo la que sostiene entre sus dedos un Marlboro.
De repente el bullicio que me acompañaba esa noche desapareció y las miradas se posaron en la igualada y desafiante nicotina. En ese instante, nuestras sonrisas chocaron estruendosamente y supe que nos habíamos hecho enemigas, mis dedos soltaron el cigarrillo casi nuevo en ese cenicero incoloro y dije.
Blofea lo que quieras querida -fue lo único que mis labios soltaron.
Aquel enorme trozo de pre-cáncer se consumió dejando a su paso una enorme, casi kilométrica colilla gris.

El silencio incomodo surgió, ¿Pero qué pasa? –pregunté - Yo aún tengo un poco de bilis atorada y ninguno de ustedes me ah convencido de pecar.

-¿Pereza? -Mmm… no eso déjalo para el domingo.
-¿Gula? - no, eso guárdalo para mi depresión.
-¿Envidia? – No, ésa que se la queden los feos.

Nos queda Lujuria, ¡Ah! Sólo de nombrarla mi ira comenzó a desvanecerse y mi entrepierna comenzó a mojarse.

Los invitados que me acompañaban esa noche se sonrojaron, excepto cafeína que con los nervios al borde de un ataque y con un miedo tremendo de poder terminar como aquella colilla, decidió romper con toda regla (del manual “orgullosamente adicción”) y entre sollozos me advirtió que debíamos terminar con nuestra cita, porque de lo contrario su amiga gastritis llegaría sin previa invitación a incomodar nuestra entrañable cena casi romántica.

Esa noche, después de aquella velada con tanta deseable adicción, llegue a la casa, donde tú, no me esperabas ni con una jodida llamada en el buzón de voz, donde mis pantaletas ya solo estaban mojadas después de ser lavadas, dónde mis ganas acabaron por engañarte con él, esé hermoso vibrador que se postraba para mi en el estuche prohibido, lo saque con delicadeza le puse unas pilas doble AA y termine viendo XXX.
Mi ira solo se convirtió en una agresiva lujuria, mi humedad prometio castigarte la próxima ves que te viera y yo con tanto orgasmo eh olvidado ya tu nombre.

Cita de un libraco que me prestaste (ja ja) : "La ira aparece en el individuo como un apetito desordenado de la venganza".

10 ene 2009

..... por: ¿quieén? ha si, el jaimillo, ese el jaime garba

la poesia de carmona me parece estupida, prejuiciosa, absurda
y vaya que la poesia es todo menos eso,
ha si, tambien la gente me parece absurda, mediocre sobre todo,
sí,sí,sí estoy ebrio, pero quién no lo esta
la diferencia es el esfuerzo,
en que las letras parescas finamente puestas,
que putas da?, quien siente el tacto del teclado
ni que fueramos Leñero,
ese cabron si era escritor, no chingaderas
escribía a maquina viejita, diría mi "aguelo".
a, ando pedo y quería decir cosas, así de simple, cosas,
como qué?, como que el país es una mierda, sí, como el
Colombia de Vallejo, sí ese que yo viví ayer, sí,
como mis amigos comunistas que vendieron sus ideas al amor,
que putas, al amor, que demonios, yo amo, pero no vendo, solo rento mis ideas
y eso al mejor postor.
Creo que estamos muy jodidos, verdaramente muy jodidos,
ni modo, pero soy feliz.
si corranme del colectivo, no se, corranme de algo, va que diablos
jaja, una disculpa, mejor no, un saludo a todos. y a nadie.

6 ene 2009

Prólogo y epílogo. Laura Avalos

¿Tienes fuego…?

Vamos a violentar esta página. Masacrémosla.
Llenemos de verdades a medias este espacio en blanco, verdades que los perdedores, perdón, quise decir los románticos como tú y como yo les agrada tanto.
Engañar tiene su chiste, perdón de nuevo, quise decir, escribir tiene su chiste. (No pediré más perdón)


(Primer Acto)
Escribo mientras el cielo se cae a escupitajos. A veces violentos, a veces amorosos. Me detengo a media calle para esperar a un rayo. Pero hasta para el cielo me he vuelto invisible (que no es lo mismo que invencible). El fuego se rinde bajo el agua, y yo, un fuego lento a medio prender, que sobrevive al temporal de la vida.

(Intermedio)
“toda petición es un poema,
…todo poema es una petición”
Después de unos tragos contigo, en esa cantina perdida entre luces parpadeantes, sucia de nostalgia y con la música atestando los ceniceros. Te miro entre los mezcales, mientras me desabrocho el pecho, sacando el corazón, lo pongo sobre la mesa. Y tu me observas soltando un certero y calculador “¿Y?”, que responde todas mis incertidumbres. Alzo mi vaso observando al mesero, “Por favor traiga mas hielo, para poner el corazón a enfriar”.

(Segundo Acto)
Mataron a un gato. A veces pienso que se sube a mi cama para ronronear bajo las sábanas, me despierta cuando por fin logro conciliar el sueño. Pero recapacito, esto no es verdad, es simplemente el vacío entre las piernas que dejas después de subir a tu auto.
Entonces me siento tan frágil, como un libro de poesía a punto de leerse, cuando tú y tu risible urgencia se despojan de ropa y prejuicios, para silenciarme antes de leer cualquier figura literaria, por que bien lo sabes es mejor hacer metáforas sobre la cama a leerlas en voz alta.

(Prólogo y epílogo)
Puedo mirarte fijamente. Y arriesgarme a enamorarme. ¡Vale la pena bajar los escudos por una sacudida eléctrica! Al fin y al cabo ¿quién soy yo para evitar un ritual creado tan sólo para mantener viva la raza humana?
¿Quién para evitar el gozo intermitente, fugaz, “aurorezco” que provocas al tocarme la espalda y cuestionarme?
- ¿Tienes fuego?
(¿Lleva esta petición un oscuro y escondido secreto?)

…yo
Aquí estoy, a fuego lento.

4 ene 2009

v e r b o. Laura Avalos

ver. hablar. oir. soñar. aspirar. buscar. encontrar. jugar. besar. oler. reir. leer. desentender. llorar. enojar. dejar. regresar. olvidar. perdonar. omitir. ignorar. tocar. morder. araniar. desvestir. apretar. entender. coger. gemir. recoger. levantar. mover. respirar. exhalar. terminar. repetir. reconsiderar. determinar. comprometer. anular. borrar. dejar. engañar. desconocer. aprender. sofocar. liberar. seducir. mentir. rasguñar. lamer. patear. carcajear. succionar. arrebatar. cachondear. transmochar, verbear

el amor es puro verbo...

PD: fidelidad no es verbo,... yo solo decia