20 ago 2009

Madamme don Pedro


Don Pedro subió las escaleras una a una mientras un ligero pensamiento cubrió su cuerpo, el ritmo cardiaco volvió a ser normal, su mirada agitada ya estaba calmada. Se abrió la puerta, ahí estaba la salida, a dos metros el pavimento, su cartera vacía. Una voz le seguía a toda velocidad, sólo había un balcón de por medio, él no era un atleta, lo pensó, lo sabía, lo afirmó. No importó nada. Su cuerpo se precipitó seis metros con velocidad increíble. Un grito detrás.
El encabezado triste, un muerto, un robo, una prostituta fugitiva.

Dirty Woman

Ella derramó su cerveza en mi pantalón y tras sentir ese frio burbujeo en mi entrepierna, mi escalofrió no tuvo otra opción que pedirme que le matara.

Y entonces… mis manos la estrangularon.


Llevaba unos 160 km recorridos y el hedor de la cerveza aún emanaba de ese asiento, cada que encendía el aire acondicionado.
Tu rímel embarrado en el espejo del copiloto, enfermaba mi pupila; tu bile rojo putita danzaba en el tapete lleno de tabaco y pedazos de papel arroz. La madrugada y mis cigarrillos habían sido pisoteados por esos tacones rojos que me matan y combinaban tan bien en esos besos que me pegas en el pito; ésos que embarrabas en la botella de agua que me pides antes de cualquier mamada.
(suspiro)

4pm y aún me faltaba medio camino. Comenzaste a desprender olores extraños (yo sabía que odiabas bañarte o depilarte un domingo, si la intuición te gritoneaba que seguro no te tocaba palito, y el sol que no ayudaba me hacía sudar como esa vez que cogimos en la playa a medio día y tu trasero quedo tan bronceado, como el mío por el roce con la arena.
Te pregunté si recordabas aquella anécdota, pero de nuevo tu olor nos interrumpió

- ¡Maldición, Eugenia!, ¿qué carajos desayunaste?

Voltee a mirarte esperando respuesta, pero al ver tu piel, con ese tono de cafetal y esa cabellera que al caer en tus pechos se podía camuflajear con tu pezón, olvidé el nombre del reclamo.

Siempre habías usado lentes, aunque yo te prefería en mi cama sin ellos.
Recuerdo la vez que me obligaste a ir por ti a la oficina.
Yo crucé la ciudad con deseos de matarte, más que de salvarte. Al llegar, marqué a tu móvil unas treinta veces, la lluvia arreciaba y mi sombrilla se negó a abrir, me mandaste un mensaje de texto en donde me decías que entrara al estacionamiento del sótano y lo dejará en el lugar 31 A.
Arranqué el coche con tanta ira y desprecio, como un brindis suicida por tu jodida manera de controlarme; subí el ascensor hasta el quinto piso, abrí la puerta y los sonidos desaparecieron. Saliste de tu oficina minimalista con un par de medias sostenidas por ese liguero francés y esas tetas tan descubiertas como fue posible.
Hubiese comenzado a gritarte tantos reclamos como los merecieras, pero antes de que pudiese abrir la boca me aventaste las llaves de la oficina y me ordenaste cerrar por dentro, giré sobre mi mismo eje con toda la sangre calentándome las entrañas; voltear y ver el final de tu tacón entrar en aquella oficina tan fría con la sombra del pecado en tus labios, fue lo que me hizo reaccionar. Solté las llaves, en aquel piso cuadriculado, caminé lento y mesurado, pero al verte tumbada en ese enorme sillón negro de piel y tus piernas tan abiertas, no pude evitar soltarte una cachetada.
- si no te conociera tan bien, sabría que ése hubiera sido el final-
El escenario era tan bicolor como el mármol en el que nos revolcamos.
- ¡pinche Eugenia! siempre tú y tus fantasías-

Miré el reloj y el kilometraje, -¿te acuerdas de nuestra última luna de miel, Eugenia? Aún no cerrabas la puerta de la habitación y tu boca ya tenía una intima conversación con mi cremallera; terminaste aquel debate con la negra, te duchaste y me convenciste de salir a beber.

-El lugar de los mojitos- me decías; ese dónde me prometiste amor eterno después de derramar un vodka entero en mi camisa y comenzaras a gritar
-¡playeras mojadas! ¡playeras mojadas!-.
Ame y odié cada uno de tus caprichos y revueltas que armabas en esos lugares de perdición en donde tú y yo nos encontrábamos. La mesera te comenzó a coquetear y yo perdí la cordura, tu manera tan sínica de seguir el juego a esas lesbianas me acalambraba la seguridad, sabía que amabas mi verga, pero deseabas con ansias sus pechos.
El rastro de la yerbabuena fue lo único que dejaste en aquel lugar seudocubano, después de arrasar con sus mojitos, su ron y el sabor de las paredes.

7 pm el sol decide partir, tu brillo ha comenzado a desaparecer, quién diría que hace menos de una luna tu y yo brindábamos con un caballo, un limón y la sal de nuestros cuerpos.
No pude evitar ver como la cadencia de tu cuerpo me seducía pero tus ojos estaban perdidos en ella, tus pechos rozaban mi espalda pero tus pezones se dilataban con ella, gritabas salud, pero brindabas por ella.
Te besé los ojos esperando ser reconocido por tu chispa; lamí tus labios esperando encontrar mi sabor, pero ella llegó a nuestra mesa, su mano violó a la tuya, te invitó a bailar, te zafaste con un poco de brusquedad; como siempre tú y tus juegos de hembra dominante, ella quiso recuperar tu mano, ella derramó su cerveza en mi pantalón y tras sentir ése frio burbujeo en mi entrepierna, mi escalofrió no tuvo otra opción que pedirme que le matara.

Y entonces… mis manos la estrangularon.


Ahora tu faceta de lesbiana yace ya en mi asiento delantero y tú, mi hembra favorita duerme con la cruda en la frente y mi placer en la entrepierna.

16 ago 2009

I N V I T A C I Ó N

Los invitamos a escuchar el programa de radio literario “Leer en el viento”, en su próxima emisión se hablará de este colectivo. La cita es el miércoles 19 de agosto en punto de las 4pm.

Los invitados son Jaime Garba y Luis Vaca.


Para escuchar el podcast por Internet solo has clic en el siguiente link


http://www.radiozamora.com.mx/principal.htm en la parte inferior encontrarás una sección que dice audio en vivo, solo has click en la primera opción XEZM y listo.

Si están en la región pueden sintonizar el 650 AM.

15 ago 2009

Ubi Sunt

Ubi Sunt

In memoriam

Leslie…

R.I.P


Desnudo el silencio

al interior de una imagen.


Tus 15 años, más de los que parecían.

El tiempo nos volverá a unir.


Las palabras cantadas por tus labios la tarde anterior ahora me devoran.


Se abrió una flor y

partiste en un suspiro.


La muerte no asesina la belleza.


Tú mano sobre el aire sostiene mi mano,

que encuentra vació el espacio de tu cuerpo.



* Ubi Sunt: Concepción de la vida en la tierra como un simple tránsito hacia la vida eterna, la que sigue a la muerte.

Luis Vaca.

6 ago 2009

recuerdo de una noche oscura...


Después de hacer el amor con una mariposa.
Nada que decir sobre el silencio.
Caen un par de plumas negras,
Como la sangre espesa y dulce del amor masacrado,
Disuelto en un charco de agua.

Afuera, luces.
Adentro tu violeta violencia me quebró las rodillas.
Ya no sé realmente si era mariposa, o sólo tu reflejo.
Pero sigo orando, con plegarias que sólo los ángeles conocen,
Rezo de-espaldas, de-manos, de-snuda,
Rezo florida en el desierto cómo los ángeles sólo pueden hacerlo,
Con gritos de nostalgia que destrozan
Las velas mientras arden tiritando.

Estoy enredada en tu barba.
Me arranco los adjetivos,
las palabras inservibles que caen
como el eco de los clavos martillados
en una pared que separa lo que nunca estuvo unido.
Te extraño.

Del silencio nada.
Desconozco los signos de la muerte,
que llevo tatuados en la espalda,
al ras de los huesos.
Aprendo letanías para ayudarme en soledad
manos de artesano... creame
labios de veneno... desbocame
risa sin sentido... llename
estrella fugaz... recuerdame
leche tibia... envuelveme
ira contenida... mátame
déjanos en la locura
amen.

Vago con mi lengua de mariposa entre tus piernas,
tu pecho, tus labios hombro-cuello.
No. Yo no voy a hablar del cielo.
Mi sitio no es cielo.
Mi sitio es este rincón entre tus brazos
tus ojos, costillas y tu palpitar negro.
Yo que soy un recuerdo de la aurora en este espacio-tiempo,
la risa fugaz de una noche de otoño.
la siempre desheredada,
tu asesino de palabras hoy me dejas,
ya no estas.