16 mar 2009

Santo pecado. Jaime Garba.

Tres padres nuestro suaves
que quizá son de todos pero no mios.
Un ave María que tanto se repite,
pero que tanto se ignora y,
que sin embargo da paz, tanta paz.
Me mira a lo lejos, su mirada sigue perdida,
como perdido estoy yo, sólo, tan sólo.
El silencio respetuoso
ya es solo una costumbre,
y los pasos que doy rumbo al altar
ya son tan rutinarios.
Salvame Dios, salvame del olvido,
de mi propio y absoluto olvido.
No responde, Él no responde,
grito: -¡Salvame!.
No hay respuesta, solo suspiros.
Dos campanadas suenan firmemente,
el silencio se interrumpe,
el viento entra de pronto
con la lista de los pecadores,
y de pronto todos, absolutamente todos
están detrás de mí.
Miran sus relojes presurosos,
sus gestos denotan prisa, los apresura el perdon,
pero yo sigo implorando, una y otra vez
-¡Salvame!, ¡Salvame!
Hoy no habrá perdón,
ni mañana, ni pasado,
Dios esta de vacaciones,
admirando la tragedia de la gente,
ideas estúpidas que vienen y van,
pero que jamás se irán para siempre.
Gente, aguarde en mis espaldas,
esperen el castigo que nosotros
mismos nos hemos impuesto,
yo lo contaré por partes iguales,
y después de un largo rezo
partiremos contentos a nuestra obra,
todos con la misma pena,
todos con la gloria eterna...
Otorgada por nosotros.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante proyecto este sitio.
¿Juego?